La Epifanía o Adoración de los Tres Reyes Magos

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?Ya vienen los Reyes magos,?

?ya vienen los reyes magos, caminito de Belén?

Hola a todos, “La paz del Señor esté con todos ustedes”. Empezamos el año 2019 con una serie de artículos donde encontrarás datos y hechos que celebramos los católicos de acuerdo al calendario litúrgico.

En esta ocasión hablaremos de la fiesta de la Epifanía, la cual celebramos el 6 de enero,2 domingos después de la Navidad.El nombre correcto de esta festividad es “La Epifanía del Señor”.

Explicaremos porque, según el catecismo de la Iglesia Católica en el numeral 528:

“La Epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Con el bautismo de Jesús en el Jordán y las bodas de Caná, la Epifanía celebra la adoración de Jesús por unos «magos» venidos de Oriente (Mt 2, 1) En estos «magos», representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la Encarnación, la Buena Nueva de la salvación. La llegada de los magos a Jerusalén para «rendir homenaje al rey de los Judíos» (Mt 2, 2) muestra que buscan en Israel, a la luz mesiánica de la estrella de David (cf. Nm 24, 17; Ap 22, 16) al que será el rey de las naciones (cf. Nm 24, 17-19).“

Desde tiempos muy remotos tanto en oriente como en occidente la Iglesia católica celebró La Epifanía (del griego epi-faneia: manifestación) es la primera manifestación al mundo pagano del Hijo de Dios hecho hombre, que tuvo lugar con la adoración de los Magos referida en el Evangelio según San Mateo 2,1-12. El pasaje, con la cita del profeta Miqueas, es uno de los cinco episodios que constituyen el llamado Evangelio de la Infancia en San Mateo (cap. 1 y 2).

Añadimos a este punto que la Iglesia católica celebra como Epifanías tres manifestaciones de la vida de Jesús: la Epifanía ante los magos de oriente (manifestación a los paganos), Epifanía del Bautismo del Señor (manifestación a los judíos) y la Epifanía de las bodas de Caná (manifestación a sus discípulos).

Así es que esta Epifanía o también llamada Teofanía por los griegos, desde la Edad Media poco a poco pasó a conocerse más como la fiesta de los Reyes Magos. Actualmente la Iglesia Católica celebra las tres epifanías en diferentes tiempos del calendario litúrgico, en donde Dios nos permite ver su mensaje a través de la vida de su Hijo Jesús.

Estudios sostienen que la Epifanía se fijó para el 6 de enero debido a que en este día se celebraba el nacimiento de Aión, dios patrono de la metrópoli de Alejandría, que al parecer estaba relacionado con el dios sol. Asimismo, también porque desde tiempos antiguos en Egipto, se celebraba el solsticio de invierno el 6 de enero.

San Eusebio de Cesarea y San Jerónimo en el siglo cuarto, al igual que San Epifanio en el siglo sexto dicen que los reyes arribaron a ver al Niño antes que Jesús cumpliese los dos años.

Sin embargo, San Agustín (siglo cuarto y quinto) en sus sermones de la Epifanía afirmó que llegaron el día 13 después del nacimiento del Señor. Es decir, el 6 de enero del calendario actual.


Hablemos ahora de los “Magos”

El nombre “Magos” no debe ser entendido  con las connotaciones de nuestro tiempo. En aquella época significaba personas de cierto poderío y que se distinguían especialmente en los conocimientos científicos, sobre todo astronómicos. La tradición los presenta como reyes.

Es la tradición la que deja constancia sobre su número, tres, al igual nos dice que fueron bautizados más tarde por Santo Tomás Apóstol.

“La solemnidad de la Epifanía del Señor es una fuente de lecciones que nunca debiéramos olvidar. Y la primera es esta: nuestra vida no es más que una peregrinación, como la que hicieron los Magos desde Oriente a Belén; desde nuestros orientes particulares hasta el Niño Dios. Habéis escuchado el Evangelio. No hay nombres propios ni se dice cuántos eran los Magos; pero se afirma que “unos Magos de Oriente” salieron de sí, desde lejos de Dios, atraídos por Él. Y nosotros, como ellos, por la fe que como una estrella luce en nuestro corazón, vamos paso a paso por estos caminos tortuosos de la vida buscando al Señor; tal vez como el cuarto mago de la leyenda siempre llegamos tarde, pero ¿y la intención con la que nos acercamos a Él? Le buscamos para adorarle, para rendirnos del todo a Él, para entregarle nuestros dones, que son, al fin, nuestro corazón y nuestro amor para adorarle eternamente” .-José Antonio ALDAMA, Homilías. Ciclo B, (Granada, 1993).

 

La tradición de la Iglesia siempre ha visto en la historia de los Magos un cumplimiento de la profecía de Isaías (Isaías 60:1-6), y del Salmo 72. De ahí sacamos las coronas y los camellos. Sucede que el marco de referencia que utiliza la tradición Católica fluye de la misma Escritura – para ser precisos, fluye de la conexión entre las sagradas palabras escritas con muchos siglos de diferencia entre sí. Sin embargo, a pesar de los muchos años y de los diferentes autores humanos, los textos fueron inspirados por el mismo Autor Divino, el Espíritu Santo. Pero Isaías menciona únicamente dos de los regalos que aparecen en Mateo: el oro, digno para un rey y el incienso para adorar a Dios. ¿Y qué hay de la mirra? ¿De dónde viene y que significa?

  • La mirra, una resina aromática, era usada para preparar a los difuntos para su entierro.
  • El oro revela que el bebé en el pesebre es ciertamente un rey.
  • El incienso nos dice que es Dios hecho carne, la mirra nos dice que ha venido para morir.

El que alguien redimiría al pueblo de Dios a través del sufrimiento y de la muerte fue predicho por Isaías algunos capítulos atrás (Isaías 53). Esto era algo difícil de entender para los que vivían en el tiempo de Jesús – que la misma persona que cumplía todas las profecías sobre un nuevo rey glorioso también cumpliría las profesáis sobre el siervo sufriente.

Los tres regalos de los magos son necesarios para transmitir la verdadera revelación, la verdadera epifanía de quien es este niño y que es lo que está destinado a ser. Es por ello que durante cientos de años hemos cantado sobre los tres reyes, no sobre dos, ni cuatro. Pero, ¿de dónde salieron los nombres?

Nunca se habló de nombres, aunque popularmente se les conoce como Melchor, Gaspar y Baltasar. En la tradición occidental, los 3 reyes representan 3 razas y 3 edades, de manera que Melchor suele estar representado como un anciano de barba y tez blanca. Gaspar, por contra, suele aparecer con barba pelirroja o castaña, tez más oscura, y su edad es intermedia. Por último, a Baltasar siempre aparece como un hombre más joven y de raza negra.

Realmente, hoy en día el término mago tiene una connotación más mística, propio de una persona que hace magia y que por tanto es capaz de realizar cosas que en teoría son imposibles por naturaleza. Sin embargo, el término mago es una derivación de ‘magister’ en latín, que significa maestro o sabio en una materia, que es lo que se supone que eran los 3 ‘reyes’ de orientes. Pero la Biblia sólo habla de que eran «magos», no reyes, no dice sus nombres y no dice que fueran 3, como antes decíamos. Estas creencias fueron agregadas varios siglos después y se han mantenido en la tradición popular.

Las interpretaciones posteriores hicieron que los Magos fueron considerados originarios de Europa, Asia, y África, de ahí sus colores y razas, en un intento de representar más culturas antiguas.

Como dato curioso podemos decir que en cuanto al número, los monumentos arqueológicos fluctúan considerablemente; un fresco del cementerio de S. Pedro y S. Marcelino en Roma representa a dos; tres muestra un sarcófago que se conserva en el Museo de Letrán; cuatro aparecen en el cementerio de Santa Domitila, y hasta ocho en un vaso del Museo Kircheriano en Italia. En las tradiciones orales sirias y armenias llega a hablarse de doce.

Ha prevalecido, no obstante, el número de tres por correlación con los tres dones que ofrecieron -oro incienso y mirra- o porque se los creyó representantes de las tres razas: Sem, Cam y Jafet.

 

Los nombres que se les dan (Melchor, Gaspar, Baltasar) son relativamente recientes. Aparecen en un manuscrito anónimo italiano del s. IX, y poco antes, en otro parisino de fines del s. VII, bajo la forma de Bithisarea, Melichior y Guthaspa.

 

En otros autores y regiones se los conoce con nombres totalmente distintos. Su condición de reyes, que carece absolutamente de fundamento histórico, parece haberse introducido por una interpretación demasiado literal del Salmo 72,10: «Los reyes de Tarsis y las islas le pagarán tributo; los reyes de Arabia y Etiopía le harán llegar sus cuotas». Nunca en las antiguas representaciones del arte cristiano aparecen con atributos regios, sino simplemente con gorro frigio y hábitos de nobles persas.

Es así que San Mateo, el único que habla de los magos en la Biblia, explica que fueron de “oriente”, una zona que para los judíos eran los territorios de Arabia, Persia o Caldea. Por otro lado, los orientales llamaban “magos” a los doctores.

“Mago” en lengua persa significaba “sacerdote” y justamente los magos (“magoi” en griego) eran una casta de sacerdotes persas o babilonios. Ellos no conocían la revelación divina como los judíos, pero estudiaban las estrellas en su deseo de buscar a Dios. Un precioso dato arqueológico del tiempo de Constantino muestra la antigüedad de la tradición que parece interpretar mejor la intención del evangelista, haciéndolos oriundos de Persia.

Refiere una carta sinodal del Concilio de Jerusalén del año 836, que en el 614, cuando los soldados de Cosroes II (590-628) último gran emperador persa;destruyeron todos los santuarios de Palestina, respetaron la basílica constantiniana de la Natividad en Belén, porque, al ver el mosaico del frontispicio que representaba la Adoración de los Magos, los creyeron por la indumentaria compatriotas suyos.

El título de Reyes se les empezó a dar a partir del siglo III, pero recién en torno al 1200 esa condición empezó a reflejarse en la iconografía que, además, poco a poco les fue agregando camellos y un séquito de sirvientes. Más tarde fueron considerados santos.

Pese a su origen misterioso, o tal vez por eso mismo, son parte de todo el folklore que rodea a las fiestas navideñas.

 

El fresco mas antiguo de la adoración de los magos data del siglo segundo y se encuentra en un
arco de la capilla griega de las catacumbas romanas de Priscila y allí aparece un tres. Un número simbólico además, ya que representa la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo).

 

En la catedral de Viseu, en Portugal, se ve incluso a un cuarto mago: un aborigen brasileño también ofrece presentes al recién nacido.

 


¿Qué nos deja esta festividad?

LA FE DE LOS MAGOS.

Los Reyes Magos ya en Belén pues fueron guiados por la estrella que se pone encima del lugar donde está el niño recién nacido.
Una dificultad. Ellos, Sabios  que buscan a otro rey… ¿Van ahora a entrar a una cueva de animales? ¿Van a adorar a un niño que no tiene más cuna que un pesebre? ¿Dónde está el palacio y el trono lujosos del rey? He aquí el mérito de su fe. La fe de los Reyes Magos no se guía por las apariencias y creen lo que no ven. A través de esta pobreza, los Reyes Magos descubren a Dios.
Descubren que para Dios la riqueza no vale tanto como la sencillez.
– Así debe ser tu fe: creer lo que no ves… creer aunque no entiendas.
– Así debe ser tu vida: amar la pobreza y la sencillez como la amó el niño Jesús.

LA GENEROSIDAD

Los Reyes Magos no llegaron hasta el Niño Jesús con las manos vacías, le llevaron tres regalos:

  1. Oro — que se le da a los reyes.
  2. Incienso — que se les da a los sacerdotes para usarlo en el altar.
  3. Mirra — un perfume que se untaba en la frente a los hombres escogidos.
¿Qué regalos puedes tú ofrecerle al niño Dios?

Ofrécele tus pequeños y grandes sacrificios, tu trabajo, tu cansancio, tus penas y también tus alegrías, y sobre todo tu tiempo, tus quehaceres diarios y tu oración. Ofrécele a diario tu vida entera. Él sabrá darte el mejor regalo a cambio: el cielo.

El hecho que Mateo no les de nombres dice algo. Ellos podrán ser reyes, pero en esta historia son solo actores secundarios. Siguen a la verdadera estrella, al Rey de Reyes, cuyo nombre es el único importante. La Epifanía no es sobre los magos – es sobre Jesús.

Para concluir este maravilloso relato sobre una de nuestras más hermosas tradiciones, diremos que en algunos países, sobre todo Italia, España y los países hispanohablantes, existe la tradición de que los reyes traen regalos a los niños tras pedirlos en sus cartas, en recuerdo al niño Jesús. Los entregan misteriosamente, con ayuda de camellos y pajes, durante la madrugada del 5 al 6 de enero, y es complicado conocer cuándo comenzó esta tradición de regalos.

En algunos lugares, también es costumbre organizar una Cabalgata de Reyes la tarde del 5 de enero, durante la cual estos reyes suelen ir montados a caballo o en carrozas, vestidos con mantos y coronas. El siguiente día, el 6 de enero, es festivo y los niños disfrutan sus obsequios desde la mañana, cuando se levantan de la cama.También se han heredado las costumbres de la carta a los Reyes y el carbón dulce en vez de regalos para los niños que se portan mal.


No podría faltar la deliciosa tradición de la rosca de Reyes, que es una tradición muy mexicana que data más o menos del siglo IV y evoca el pesebre donde estaba recostado el Niño Dios al verlo los Magos de Oriente. Los frutos secos y el adorno que lleva este delicioso pan, simbolizan los regalos dados a este precioso Niño, pero también son las distracciones o placeres mundanos que nos desvían de nuestro encuentro con “Jesús”. El lado divertido y emocionante de esta tradición pues es encontrar al muñequito perdido, encontrar a Jesús y saber todas las odiseas que pudo pasar al huir al desierto con sus padres. Y a quien lo encuentre: ¡Compartirá los tamales el día de la Candelaria!  

Lo explicaremos en otra ocasión, así es que disfruta un buen pedazo de rosca con su tradicional chocolate caliente y pórtate muy bien para que nunca encuentres un carbón bajo tu árbol como obsequio de los Tres Reyes Magos.


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